¡Bendito sea quien
hace feliz a un niño! ¡Bendito sea quien dedica su tiempo y su energía a dar a
los niños y a los mayores la oportunidad de una sonrisa! ¡Bendito mil veces
quien sabe y siente en su corazón que de la Cruz nació la Vida y que eso que
sabe y siente tiene que entregarlo a las nuevas generaciones! ¡Bendito sea Dios
en los hombres y mujeres de buena voluntad!
El sol de un día
primaveral aún lucía señero en lo alto del cielo. Las luces y las sombras
competían por tener el señorío de la tarde. Venció la luz; siempre vence la luz.
Aunque nos llegó la noche, la luz, siempre la luz, fue más fuerte que la
tiniebla.
Habían pasado las
ocho de la tarde. En la Ermita del Calvario muchos niños respiraban con la emoción
contenida; los más espigados se ajustaban faja y costal; los más pequeños
ponían sus hombros bajo una cruz que llevarían con garbo e ilusión durante todo el recorrido.
Desde la sede de la
Cofradía del Calvario, la comitiva enfiló su peregrinar hasta la Parroquia,
haciendo escala en la sede de la Asociación de Vecinos… Dos horas más tarde, “la
cruz bendita” de Cristo, llevada a hombros por tres grupos de niños, hacía su
entrada en la Parroquia en medio de atronadores aplausos y al compás de los
sones de la Banda de Cornetas y Tambores “La Pasión”.
Llegaron cansados,
pero con la alegría retratada en sus rostros. La Cruz gloriosa de Cristo Resucitado,
que floreció para manifestar a todos el triunfo de la Luz, colmó la vitalidad
de los niños, protagonistas de esta historia, que hicieron posible el ambiente
de fiesta que reinó en las calles del Barrio. Un Barrio que se quedó pequeño
para albergar un acontecimiento “grande” donde los haya, porque “grandes” son
sus protagonistas: los pequeños y los adultos que lo hicieron posible.
Tres cruces,
florecidas como un canto a la Vida que brota del Resucitado, presidían respectivamente
la Ermita del Calvario, el local de la Asociación de Vecinos y el atrio de la
Parroquia. Tres realidades unidas para sembrar luz y esperanza en la Hermandad
del Calvario, en la Asociación de Vecinos “El Barrio” y en la Parroquia de
Cristo Rey.
Tres cruces llevadas
a hombros por los niños -¡y de qué modo!- gritando a toda la ciudad que en La Cruz
está la salvación. Tres cruces y muchos niños, muchos, haciendo que todos
pudiéramos sonreír con la alegría de saber que “hemos hecho lo que teníamos que
hacer”. Por ellos y por nosotros. Porque los hombres y mujeres que soñamos un Mérida
mejor queremos entregarles un mundo más humano y más de Dios, porque queremos transmitirles
la fe que heredamos de nuestros mayores, porque estamos convencidos de que en
la sonrisa de un niño está la alegría del Dios vivo… Por todo ello, ayer gozamos
del presente con la mirada puesta en el futuro, con los corazones repletos de
emoción, sentimiento y satisfacción por el deber cumplido.
Un día memorable. Impresionante.
Para la historia. A lo largo de la vida escribimos páginas de muchos colores.
Ayer, la Hermandad del Calvario, la Parroquia y el Barrio escribieron en sus
Anales una de las más hermosas páginas de sus historias respectivas, una página
de oro.
A los niños, a sus “capataces”,
a los adultos que hicieron posible esa magna procesión de La Cruz, los
felicitamos y les damos las gracias hoy, porque su alegría, su felicidad, su
saber estar, su entusiasmo… nos contagiaron a todos de vida y de esperanza, para
seguir en el camino de Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida.
Cofradía del
Calvario, Asociación de Vecinos, Banda de Cornetas y Tambores “La Pasión”, Parroquia
del Calvario: Por esta senda se escriben las mejores páginas de la historia. ¡Bendito
sea Dios, que alienta nuestro esfuerzo para seguir construyendo juntos el
futuro; porque la unión, la fraternidad, la capacidad de trabajar en común… son
don y presencia del Dios tres veces Santo!